De nuevo sobre la narración como forma de vida (Libros abiertos y Libros cerrados)

Juan Carlos Rodríguez

Resumen


No sabemos exactamente por qué durante tanto tiempo en el lenguaje cultural hispánico y europeo se mantuvo la imagen fija de que la vida de alguien podía ser “un libro abiertoâ€. Nada más falso sin duda, pero la imagen perduró tenaz hasta casi ayer mismo.

Posiblemente proviniera del mundo medieval (“la cara es el espejo del almaâ€), un mundo donde estaba muy claro quién era un señor y quién era un siervo, quién asumía el libro de Dios y quién el del Diablo3. Pero no parece descartable señalar las raíces de tal imaginería del “libro abierto†en la propia Ilustración: cuando “las luces†se encendieron todo resultó claro y deducible. Cualquier libro –incluido el ser humano- se podría leer ya de manera nítida y transparente, sin las tinieblas de la superstición. O al menos eso se planteaba como posible: no la lectura mediada por la Iglesia sino la lectura literal entre el ojo y la cosa.



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DOI: http://dx.doi.org/10.15645/Alabe.2013.7.10