Soledades marxistas. TeorÃa, Literatura e Historia en Juan Carlos RodrÃguez
Resumen
El precio por arriesgar a cada lÃnea, a cada nuevo libro, a cada golpe de pensa- miento distinto, es sin embargo la soledad teórica. Hablo de soledad en el duro campo de la teorÃa, con independencia de la compañÃa más o menos numerosa que, con posterioridad, pueda arrastrar un pensamiento distinto como el del maestro. Pero esto ya serÃan los efectos de ese pensamiento, su continuación o su prolongación en quienes lo leen y no pueden sino quedarse pensativos, no el acto mismo en que el pensamiento es pensado y se arriesga al pensarlo y al escribirlo, y mucho más al publicarlo. Me refiero entonces a ese tipo de soledad advertida por Althusser en el Maquiavelo que teoriza las condiciones polÃticas de la constitución del Estado nacional, el Maquiavelo que defiende escandalo- samente, contra todas las verdades establecidas en su tiempo, que la lucha de clases es de todo punto indispensable para el reforzamiento y engrandecimiento de ese Estado. Naturalmente, Althusser glosa al Maquiavelo que habla de la soledad del PrÃncipe: hay que estar solo para fundar un Estado. Esta soledad es aislamiento, pero por ella pasa la libertad: hay que estar solo para ser libre a la hora de cumplir con la tarea histórica de la constitución del Estado. Es decir, y como sigue glosando Althusser (1977: 317), que habÃa que encontrarse, por fortuna y virtud, arrancado radicalmente y sin retorno de las formas polÃticas de la Italia de entonces, porque todas eran viejas, marcadas por el feudalismo y nada se podÃa esperar de ellas. El PrÃncipe solo podÃa ser nuevo si estaba dotado de esta soledad, de esta libertad para fundar el Estado moderno.Â