La puerta a la entropÃa generativa
Resumen
Abrir un libro significó, al inicio de mi vida, abrir, fatigosamente – la manilla era demasiado alta para mà – una puerta, la del estudio de mi padre, la de su biblioteca.
Encontrar la manera de entrar en su mundo buscando entender qué era. Un mundo de aparente soledad. Él solo en su estudio. SentÃa que, en sus manos, en sus gestos, en sus ojos, en las horas encerrado allÃ, algo sucedÃa, como si en aquel abarrotarse de libros, de secuencias ordenadas de signos, iguales y, sin embargo, siempre diferentes para mÃ, aún incapaz de leer, existiera un mundo en el que poder entrar, en el que poder ser acogido, un paisaje siempre diverso que mirar, como el del devenir de su rostro, de su cuerpo, de sus posturas en continua transformación. Allà siempre acontecÃa algo, ya fuese hundido en su butaca, ya sentado en su escritorio; erguido, como ocupado en una disciplina más grande que él o inclinado, replegado sobre sà mismo, finalmente a gusto con un interlocutor a quien yo no lograba ver ni escuchar
Encontrar la manera de entrar en su mundo buscando entender qué era. Un mundo de aparente soledad. Él solo en su estudio. SentÃa que, en sus manos, en sus gestos, en sus ojos, en las horas encerrado allÃ, algo sucedÃa, como si en aquel abarrotarse de libros, de secuencias ordenadas de signos, iguales y, sin embargo, siempre diferentes para mÃ, aún incapaz de leer, existiera un mundo en el que poder entrar, en el que poder ser acogido, un paisaje siempre diverso que mirar, como el del devenir de su rostro, de su cuerpo, de sus posturas en continua transformación. Allà siempre acontecÃa algo, ya fuese hundido en su butaca, ya sentado en su escritorio; erguido, como ocupado en una disciplina más grande que él o inclinado, replegado sobre sà mismo, finalmente a gusto con un interlocutor a quien yo no lograba ver ni escuchar
Palabras clave
autobiografÃa lectora; biblioteca; iniciación a la lectura; Luca Toschi; entropÃa generativa
DOI: http://dx.doi.org/10.15645/Alabe2020.21.12